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Opiniones

El uniforme no absuelve: ética, poder y violencia en la Policía dominicana

Una vida truncada por un disparo. Un uniforme que no titubeó. ¿Qué legitimidad puede tener una autoridad que dispara primero y pregunta después? ¿Qué ética pública estamos construyendo si normalizamos que la autoridad se ejerza con miedo? ¿Qué tipo de ciudadanía somos si callamos ante el abuso?

La Policía Nacional parece más un vestigio de control colonial que una institución democrática. Como si el poder aún se midiera por el calibre del arma, no por la confianza ciudadana. Escuchamos las quejas y los relatos de conductas que contradicen su rol como protectores de la ciudadanía.

Hoy en día, en nuestro país hay mucha negatividad hacia los agentes de policía. La mayoría de la ciudadanía duda de su honestidad; ¡nadie los respeta! Muchos son acusados de corrupción, abuso y complicidad con el narcotráfico. Se dice incluso que, a algunos agentes, los comandantes les exigen dinero para ser asignados a puntos “estratégicos” o para evitar ser trasladados lejos de sus hogares.

La percepción ciudadana: entre el miedo y la indignación

La figura del agente policial genera más temor que respeto. La mayoría duda de su honestidad; pocos confían en su vocación de servicio. Las historias se repiten: corrupción, abuso, complicidad con el narcotráfico. No se trata de demonizar a cada agente, pero tampoco de idealizar una institución que, en demasiadas ocasiones, ha fallado en su deber más básico: proteger sin violentar.

El deber y el sacrificio: una mirada equilibrada

Es cierto que muchos policías dejan a sus familias cada día, trabajan largas jornadas y enfrentan riesgos reales. Ese sacrificio merece reconocimiento. Pero el respeto no se impone con armas ni se exige por decreto: se gana con integridad, transparencia y justicia.

Datos que interpelan

Organizaciones de derechos humanos denuncian que la Policía ha perdido credibilidad por la cantidad de muertes en supuestos “intercambios de disparos”, muchas veces sin investigación previa, como fue el caso de los cinco jóvenes de la peluquería de Santiago. El Defensor del Pueblo ha revelado que esta es la institución que más vulnera los derechos ciudadanos, con un promedio de 10,000 denuncias anuales, muchas relacionadas con abusos en destacamentos.

La ciudadanía percibe que la policía emite declaraciones sin investigar. Esto genera desconfianza cuando los hechos contradicen la versión oficial. Se critica una cultura institucional donde el uniforme y el arma parecen justificar conductas violentas. La reforma policial no puede limitarse a cambiar leyes o uniformes. Debe transformar la cultura del poder, la formación ética de sus agentes, y el vínculo con la ciudadanía. Porque el uniforme no absuelve, ni el silencio tampoco.

o todos los agentes son abusivos, pero ningún error involuntario justifica una cultura de impunidad. Piénsalo: ¿a quién llamas cuando estás en peligro? ¿Quién se expone mientras tú huyes? Ese valor merece respeto, pero también exige responsabilidad. Porque el uniforme no absuelve, ni el silencio tampoco. Y si el poder se ejerce sin ética, la ciudadanía no debe callar: debe responder con vigilancia, denuncia y exigencia democrática.

Luis Ma. Ruiz Pou

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Un comentario

  1. Esté Artículo no tiene desperdicio, la verdad la Policía Nacional Dominicana está fuera de control, son abusivos y agresivos y mas si alguien se atreve a reclamar sus derechos son abusados física y verbalmente y no hay consecuencias hacía un agresor apoyado por un sistema corrupto desde su nacimiento.

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