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Opiniones

UNA CONSTITUCIÓN PARA LA HISTORIA

Para un país de una cultura conservadora, donde el despotismo, el autoritarismo, el paternalismo y el caudillismo han primado durante casi toda su historia, resulta muy extraño, inverosímil, incluso, que un hombre joven, de apenas 57 años, con un poder inimaginable, en los tres poderes del Estado, como Luís Abinader, haya propiciado una Constitución abandonando todas las posibilidades de eternizarse en el poder, como muchos de sus antecesores. 

Cuando el presidente Abinader dijo, como mucho tiempo de antelación, que sólo se postularía una vez, que no se mantendría en el poder más allá del 2028, por mandato de la Constitución, pocos le creyeron. El escepticismo embargó a muchos, tanto de la oposición como miembros de su propio partido. 

Recuerdo algunas conversaciones con amigos del Partido Revolucionario Moderno (PRM) y de la oposición, que no creían en la promesa reiterada del mandatario. “Luís no se presentará de nuevo, yo creo en su palabra”, lo dije, lo escribí para que “constara en acta”. “Si Luís no cumple su promesa, si optará por un tercer mandato, se hundiría políticamente, echando por tierra su legado, además el gobierno y el partido quedarían destrozados. El partido se dividiría. Cada grupo tomaría su camino en busca de la candidatura presidencial. Sería un suicidio del presidente, sostuve.  

Como sabemos, el presidente Abinader cumplió lo prometido. No irá más. No sólo lo dijo él, de manera enfática y reiterativa, sino que hizo se plasmara en la nueva Constitución. “La Constitución de Abinader”, como quedará consignada en los anales de la historia, no importa lo que ocurra en el porvenir. 

Esto no significa que Abinader terminará su segundo mandato y se irá tranquilamente a su casa para disfrutar de su familia, esposa y nietos. No, con la fuerza moral y la calidad política con que terminará, seguirá en la política, como árbitro dentro del PRM, que lo necesitará más que nunca. Probablemente se presente como candidato a la presidencia del PRM. 

En el país se producirá un vacío político enorme, una falta de liderazgo, un líder ético y moral que contribuya al fortalecimiento del sistema democrático vigente. Abinader puede llenar ese vacío. Ya veremos como se desarrollan los acontecimientos, tanto en el PRM como en los demás partidos políticos.  

No creo en la eternidad de las cosas. No creo que los candados que le puso Abinader a la nueva Constitución sean para siempre. Nada dura para siempre en la vida; ni siquiera la vida misma. Las sociedades son dinámicas, cambiantes, al igual que los pueblos, que no siempre tienen la razón. Los candados impuestos por el presidente a su constitución no son tan débiles como los que dice la oposición que ya tenía. No será fácil, dentro del marco democrático, romper los candados pétreos, de la flamante Carta Magna, tendría que producirse una revolución o un golpe de Estado que los rompa a fuerza de fusiles y metralletas, pero no dentro de un marco jurídico democrático. 

Como bien lo dijo Abinader, terminó la época del paternalismo, el caudillismo y el despotismo. Nadie podrá colocarse por encima de la Constitución y las Leyes, no importa como se llame, ni que posición económica, política o social ocupe. Nadie estará por encima de la ley, sin pagar las consecuencias que de ella emane. ¡Ojalá, presidente! ¡Ojalá! 

Abinader no habilitó al expresidente Danilo Medina, como pensaron algunos, ni siquiera se habilitó a sí mismo. Al contrario, se deshabilitó. No podrá optar jamás, por la presidencia o la vicepresidencia de la República. Leonel Fernández, en caso de que hipotéticamente ganara las elecciones del 28, no podrá presentarse nuevamente en el 2032. ¡Zafa! ¡Este pueblo no puede mirar hacia atrás! 

La Constitución de Abinader corrigió algunos errores del pasado como incluir al Procurador General de la República en el Consejo Nacional de la Magistratura, no más; la manera de escoger al representante del Ministerio Público se hará a partir de una terna que el propio mandatario presentará; la independencia del organismo estará garantizada de manera efectiva. No se hará dos elecciones. Una, reduciendo los gastos de campaña y simplificando el proceso. Se reducen los miembros de la Cámara de Diputados, entre otras medidas importantes. (En lo personal creo que pudo haberse hecho mucho más en el Congreso, como eliminar el barrilito, el cofrecito, las exoneraciones de vehículos de lujo, etc., etc. 

En fin, mis amigos, lo cierto es que tenemos una Constitución para la historia, fruto de un presidente, igualmente para la historia, como lo es el presidente Luís Abinader. 

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