- Publicidad -
NacionalesOpinionesVoces Nacionales e Internacionales

NI LA VIEJA NI LA NUEVA LEY GARANTIZA LIBERTAD DE EXPRESIÓN

Por Narciso Isa Conde

La libertad de expresión en RD es una falacia.

La propiedad sobre los medios escritos y audiovisuales, y la publicidad que los nutren y condicionan son determinantes para definir si en este país hay o no libertad de expresión.

Aquí las relaciones de propiedad de la prensa escrita y de los medios audiovisuales, y el financiamiento publicitario de todos ellos, iguales o muy parecidas, en caso que siga vigente la vieja ley del 62 o que se apruebe la nueva ley.

Casi la totalidad de los medios son propiedad privada y en gran parte de ellos de unos cuantos mega-millonarios: Corripio, Pellerano, Bermúdez, Vicini, Estrella, Gómez Díaz, Espaillat…Cada uno de ellos tiene un grupo de medios poderosos, que se nutren de la publicidad de sus propias empresas y la de su clase, y todos conforman un gran oligopolio privado de la comunicación.

Los medios que no son privados, son del Estado y los domina el gobierno de turno y sus grandes anunciantes públicos y privados.

Por otra parte, casi toda la publicidad de esos medios y de los espacios arrendados procede de las grandes empresas transnacionales y locales, y del propio Estado: Poder Ejecutivo, Poder Legislativo, Ministerios, Direcciones Nacionales, Institutos estatales, Altas Cortes, Alcaldías, Banco Central, Banreserva, DGA (Aduanas), DGI, JCE, Partidos del Sistema, Tesorería, Cámara de Cuentas, PN, FA, DNCD…

Propiedad privada y publicidad estatal y privada forman, en gran medida, -pero con sus brechas y excepciones inevitables- un sistema de censura y control. Ni la propiedad privada, ni la publicidad oficial o comercial, son neutras en materia de INFORMACIÓN Y OPINIÓN, aunque hay propietarios y anunciantes que inteligentemente respetan ciertas disensiones.

Son evidentes los tratamientos privilegiados en función de la adhesión al sistema dominante: no pocos productores de programas televisivos y radiales, u operadores de plataforma digitales, han recibido tanta publicidad, concesiones y sobornos, que en cortos plazos han pasado a ser multimillonarios y propietarios de empresas de comunicación.

Las asociaciones de medios operan como multi-corporaciones con gran poder de presión sobre el Estado.

La alta concentración de la propiedad privada y del dinero, junto a la articulación corporativa de sus oligopolios en el sector comunicación, facilita el control, la dosificación de la información y de existencia de una opinión pública moldeada y tutelada por las élites del sistema dominante.

El volumen de publicaciones, emisiones, imágenes, palabras, ideas que defienden y promueven el orden establecido es infinitamente superior al que lo contrarresta e impugna.

Las cadenas internacionales bajo control de los carteles de la comunicación y los oligopolios de medios, pautan, censuran, dosifican y adulteran la información, la opinión y la desinformación…hasta imponer, conectadas con la inteligencia privada y estatal, el imperio de la post verdad: la permanente conversión de las mentiras en verdades, las medias verdades en verdades y la invisibilidad de hechos, realidades y criterios hostiles a su dominación,

 En su conjunto, para aparentar imagen y vocación de diversidad y apertura en el contexto de su pseudo-democracia o de determinadas democracias capitalistas restringidas o simplemente electorales, la clase dominante-gobernante tolera limitados espacios y expresiones contestatarias frente a su dominación.

 Por su parte, el poder del dinero, incluido el procedente de la narco-economía, la usura y las bancas de apuestas, degrada importantes áreas del sistema de información y opinión, multiplica la banalidad, expande la indecencia, la chismografía y el sensacionalismo vacuo. Esto, sobre todo, en una gran parte de las redes y medios digitales; pero no solo, también en otros espacios.

Las grandes desigualdades en todos los órdenes: económicas, sociales, educativas, cognitivas, tiempo de descanso, condiciones de salud, calidad de la vivienda, medio y recursos disponibles, condiciones de trabajo y de vida, implican grandes desigualdades para obtener información, disponer de capacidades y ejercer la libertad de expresión

En una PLUTOCRACIA capitalista, asociada delictivamente a una PARTIDOCRACIA corrupta, no puede haber espacios significativos para la verdad y la libertad de pensamiento y de palabra.

Incluso un gran número periodistas y comunicadores están sujetos, en diversos grados e intensidades, a esa camisa de fuerza y a los privilegios que conlleva; y los hay honestos y de ideas avanzadas que no pueden pasarse de ciertas rayas.

Sobresale -como ejemplo de gran notoriedad y enorme gravedad- la exclusión, del tema soberanía y autodeterminación respecto a EEUU y al sistema imperialista occidental, en casi la totalidad de los espacios de opinión; y resalta también cómo han impuesto la falacia de una soberanía dominicana inexistente, supuestamente amenazada y agredida por el oprimido pueblo haitiano.

Igual pasa con el tratamiento de la esencia patriarcal, racista y ecocida del capitalismo imperante en el país, temas sensiblemente excluidos de un sistema de medios que predominantemente reproduce los antivalores de esas opresiones. Pero hay muchos otros temas sometidos a una censura indirecta y además excluidos del sistema educativo y de entidades forjadoras de la cultura dominante.

Santo Domingo, RD // 16-05-2025

- Publicidad -

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Mira también
Cerrar
Botón volver arriba

Estas usando un bloqueador de anuncios!

Desactiva tu bloqueador de anuncios para poder leer nuestras informaciones. Gracias de antemano!