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La justicia toreando la impunidad de la corrupción

“El torero es la persona que tiene el mayor protagonismo en los espectáculos de corridas de toros. Su tarea es conducir repetidamente las embestidas del toro, de forma que resulte estéticamente vistosa, medirlo en la suerte de capote, dirigirlo a la pica, colocarle las banderillas, templarlo en la suerte de muleta y, finalmente, causarle la muerte irremediable mediante la utilización de una espada con lo que se le da la llamada ‘estocada de muerte»

Antiguamente, al torero se le llamaba toreador y se refería a todo aquel que, a pie o a caballo, entraba a la plaza a lidiar con toros. Para controlar determinada situación, el pueblo dice que se debe «coger el toro por los cuernos»; es decir, accionar directamente en la causa que origina el problema. La corrupción es como un «toro» bravo y desquiciado que evade las banderillas de la justicia.

Aquí, se han conformados familias de clanes políticos que pretenden ascender a la nobleza, gracias al dinero corrupto obtenido con el comercio de su actividad. Son unos «toros» conocidos por su hedonismo, que con sutileza demuestran realmente lo que son: orgullosos, regios, excitables, altaneros y cultivan gastos caros. Estos «toros» clientelistas de la política, para justificar sus acciones corruptas, alegan que no comprenden que necesitan robar para vivir opíparamente.

La sociedad dominicana fue sacudida por una serie de denuncias de corrupción administrativa focalizada en todos los estamentos de los pasados gobiernos. ¡El pueblo está indignado y harto de tantos escándalos de corrupción! y la justicia se hace el de la vista gorda o la sorda para «torear» querellas llegadas hasta su despacho para no tener que tolerar la. La mayoría de los actores de esos escándalos andan como “Juancito el caminador” y la justicia como el “bacalao acuesta”

La reacción de la sociedad con estos casos ha sido devastadora para el gobierno y su Partido Revolucionario Moderno (PRM), tenido como un paradigma de moralidad y ética política. En todos los casos de corrupción administrativa, los actores cuando son sometidos a la justicia alegan persecución política. Se auto titulan líderes dentro de este esquema clientelista. Suelen ser los más leales y agresivos con sus sectas políticas.

La mayoría, lo único que hacen es «servirse del pueblo a través de su partido». Para ellos, la moral y la ética no existen. ¡Eran de hierba y se la comió un “toro”! Saben que no serán castigados por sus indelicadezas y actúan con olímpica impunidad. ¡Se sienten que están blindados

Ha resultado extraño que la justicia no haya reaccionado frente a denuncias de corrupción de manadas de «toros», que tienen las manos ocupadas con las hordas de humanos que, asaltan el erario y que, aparentemente, se resguardan dentro del partido de gobierno, dirigido por un líder espontáneo que calla ante las imputaciones de corrupción denunciadas cometidas por algunos de sus funcionarios.

Como dijo en una ocasión Hipólito Mejía; la “justicia independiente no existe en este país”. Al parecer es cierto, porque se ha estado demostrando en esta plaza, que no se está tratando de agarrar el toro por los cuernos para una estocada definitiva, demostrado la grandeza de ser un verdadero torero, que se lanza al rescate de la moral y los principios, dejando una clara visión de ser duro contra la corrupción.

Hipólito dijo que tenía 350 expedientes listos para someter a la justicia a los corruptos y que no cargará con el “muerto de la corrupción” de Leonel; “Estoy harto de la corrupción”; luego dijo que a los expresidentes no se meten preso, porque estos deben tener ciertos privilegios.

En este espectáculo de desmoralizaciones administrativas, la Procuraduría General de la República, tiene que ejercer su protagonismo, conduciendo enérgicamente una embestida contra estos «toros». Medirlo en el centro, colocándoles las banderillas, apoyándose firmemente hasta causarle la muerte con la espada de la moral y la justicia, para que no vuelvan a delinquir.

Si en verdad, se quiere acabar con la corrupción política, la justicia tiene que dejar de vacilar agarrando a esos toros por los cuernos.

Luisruiz47@gmail.com

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