Agonía Fronteriza
Los pueblos fronterizos agonizan lentamente. La juventud sale a bucar nuevos rumbos, enganchándose a los cordones de miseria de las grantes ciudades. Los mayores, sin saber para donde coger y con su tiempo en terminación, ya no esperan nada.
Aunque parezca extraño, el comercio binacioal es el principal impulso a la economía de buhoneros en las cinco provincias fronteriza. Es mínima la presencia del sector privado, pero ahora parece que el gobierno está preocupado en ir en su auxilio.
Pero más que super-obras, se debe buscar restañar la confianza de los que viven en la frontera, que con una moral y capacidad de lucha que merma, no saben para donde coger, si refugiarse en el doloroso pasado, o caer en las garras de la desesperación del tiempo presente..
En la zona fronteriza aduras penas se peude distinguir donde está el dominicano y donde el haitiano. Los dos son víctimas del infortunio. Hay que acabar con esa mezcolanza dañina.
Las escuelas fronterizas están llenas de niños haitianos, cerrando cupo a los infantes dominicanos. La mayoría de esos haitianitos proceden de padres con residencia irregular, que abogan porque los pequeños sean dominicanos.
En la frontera impera la cultura haitiana. Se puede ver en la sincronía de colores de cualquier pintura realizada por un joven inquieto. Ls emisoras de Haití penetran con gran fuerza en territorio nacional y opacan a las dominicanas.
Se torna necesario y urgente ir en ayuda de las comunidades fronterizas, y elevar la dosis de patriotismo y de defensa de los intereses nacionales. Sin embargo, la historia demuestra que entre los marginados, la nacionalidad importa poco.
El presidente Luis Abinader ha realizado obras de importancia para la zona fronteriza, y merece por ello un reconocimiento. Cada obra que se ponga en marcha, amplia la creación de empleos, y sobre todo, que los jóvenes se queden en sus respectivas comunidades con un trabajo seguro.
Una sugerencia que tenemos es que se fomente para la zona fronteriza el guardia agricultor, que además de prestar servicios vive, trabaja y es parte de la comunidad. En otros países ha dado resultado este esfuerzo por lo que podría ponerse en marcha en el país.
Si perdemos la idiosincrasia de nuestro pueblo en la zona fronteriza, estaremos tirando la toalla, y ello no es posible mientras haya una República Dominicana que le duela a millones de personas. Salvemos a la zona fronteriza, que está en franca agonía.